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Poemas Grito de Mujer 2014 Villa Raffo, 3 de Febrero, Buenos Aires AR

Poemas Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer  Villa Raffo, Tres de Febrero coordinado por Stella Maris Leone Geraci. Artista, Coordinadora Cultural.












Beatriz Argüelles


Una mujer


Ella calla
desde ese día, siempre calla
dicen,
que  ya no tiene la lengua insolente del principio
dicen,
que  hablar, cantar, gemir...
forman parte de lo prohibido
ella
tiene ojitos apenas,
dicen que sin luz,  yo sé que miran pero no ven
ella ella ella
la que engendró gorriones muertos ¿en su vientre?
la que se dejó encadenar a cualquier cama
por el íncubo atroz
la que simuló su muerte
la que simuló su vida
ella
no sabe aún
(quizá nunca lo sepa)
que cien mares de alondras
danzarán en su alma
cuando su cuerpo de arena
descorra por fin, con sus alas
las cortinas.
                                      




Luz Bautista,
República Dominicana

No me quiero peinar

No me quiero peinar mamá,
Las cerdas de los cepillos me duermen y el sueño me roba pedazos de vida.

Además, la gente murmura, el agua es muy fría, El tiempo corre por mis venas
y siembra en mi las llagas de una risa ajena
¿No me crees? es verdad. Es que me halas Ma,
¡Mira! Se me va el color, se me va la piel
y  hasta pedazos de mi alma.

No me gusta,
Sufro pelear con el viento,
Con la lluvia, con el mar…

¡¡Prefiero andar desnuda!!
¡¡¡Uff!!! PernTal vez me quieras pegar.

Ya no me peines mama, Deja volar mi inocencia.
Puedo columpiarme los domingos y los sábados si quiero.

¡¡¡Mamaaa!!! Escucha las carcajadas de tu niña
¡¡¡Mamiiiii!!! Tengo las manos limpias.

No me quiero peinar… no me quiero peinar,
No-me-quiero-peinar,
No tengo ganas de hacer pipi antes de salir, Y en algunas noches, no me quiero arropar.

No lo entiendes madre, no me quiero peinar!!!
No nací para esto, mira mis ojos
Nací para cantar.

Ah es tan dulce el sabor que, a su paso por los labios, deja la verdad.

Ma, mira mis ideas, Déjalas volar...
Por favor ya no me peines acaricia mis cabellos mamá




Silvana D’Antoni, Argentina.


Qué mira la mujer


Qué busca la mujer que mira el cielo,
los rayos de un pálido crepúsculo
las astillas de una estrella infinita,
el llanto de la tierra desgarrada
los lamentos del murmullo de las minas.
Qué busca la mujer en las alturas
por qué tanto dolor mirar las tierras,
un recuerdo, el silencio, una piedra…
Los secretos del despojo de la Madre
inerte silencio de una dolorida naturaleza.
Con ojos de seda mira, ve sus pies, allí abajo
adormecidas susurran las minas con sangre aún no muerta,
aguas sin peces, agobiado aire encuentra.
Con ojos opacados mira, en vigilia, con ojos entumecidos, aterrados
la mutilación de las montañas la desvela
y allá arriba,
en el azul celeste del cielo
el que tiempo va tornando gris, a veces sepia
llora cristales, llora mineros, llora muertas arboledas.
Porque al mirar hacia arriba, el dolor
se hace fuerte, se transforma en ave y vuela
para escapar de quienes devastan sin piedad
a aquellos que maltratan, a los que usurpan y castigan
los mágicos secretos que esconde su tierra.




Miriam De Luca, Argentina


La Pocha

Siempre de noche, después de cenar…palabra va…palabra viene…que vos….que yo…que te dije…que con quien estuviste…después los gritos de la Pocha, pero esa vez, él le dio tanta piñas que casi la mata.

Toda la cuadra corrió.

Todos los vecinos rodearon la casa, porque ella lloraba y gritaba, (porque antes era así, los vecinos se metían, cualquier problema era un asunto de todos) Por eso corrieron los Cocimano, Asunta, los Pintacola, Carlitos el loco, y la policía.

Yo esperaba afuera en el patio. (las casas eran a lo largo con varias piezas) yo esperaba afuera. Mama me echo muchas veces, para que no vea, pero mis ojos de ocho años esperaban.

Cuanto duraba el dolor…la rabia de la puta vida de Conrado? Media hora..eso tardaba en llegar a la casa el patrullero de la 25.


Al Conrado, lo sacaban forcejeando, puteando a la Pocha, que salía socorrida por  las mujeres de la casa y al final….después….el chico, el hijo de la Pocha y del Conrado.

Yo le buscaba los ojos sin acercarme, parada al lado de la planta de ají, pero el chico nunca me miraba.

Solo salía del infierno una vez más.




Claudia Susana Díaz


La copa roja


 Rojos de ira.
 Rojos muy rojos sus rojos.
 Sus ojos rojos.

 Sabores que se aúnan.
 Se acoplan en un instante eterno de desazón. 
 El dejo amaderado y matizado con fresa fresca
 no logra disfrazar el salitre que se desliza por mi desdibujado rostro.

Rojos muy rojos mis ojos.
Rojas muy rojas mis lágrimas rojas.
Gotas rojas de tu vino seco.

 Sólidos cristales mutilados de mil formas diferentes.
 Podrían anegar íntegros ríos.
 Ríos rojos muy rojos.
 De llanto.

Gotas rojas de rojas y estériles lágrimas.
Sabor amargo absurdo.
Entre tú y yo oquedad.
Inasequible de colmar.




Ana Lucia Di Risio
Argentina


Soy mujer


Puedo sentir que del exterior me abruman,
que él, ella o ellos me abruman con la palabra, gestos
tal vez más aún con la mirada.
puedo sentir quedarme en ese interior
encerrada, capturada,
donde se siente olvido, se ve oscuridad más que oscura,
y un nudo que atrapa la garganta…
donde las palabras y las miradas ajenas son cómplices
de mi permanecer allí.
abrumada, quieta, paralizada.
puedo sentir salvarme si salgo de allí,
antes que los otros sigan allí, viviendo
de mi oscuridad, de la oscuridad ajena,
que los hacen brillar sin luz propia.
soy mujer y puedo salvarme
salir y comenzar a brillar
con ayuda de otros
sensibles, cuidadosos y espiritualmente guerreros de luz.
que me ayuden a correrme de esas palabras oídas,
miradas ajenas cómplices…
que oscurecen, que me oscurecen.
soy mujer y si soy, todo lo puedo hacer.
soy mujer y si soy, en mi interior guerrero
puedo salvarme.
pensar, decir, actuar, sin que el exterior
ya me abrumé, más allá de él, de ella, de ellos y de todos ellos.
soy mujer
puedo salvarme
soy mujer
quiero salvarme.



Gustavo D´Orazio
Argentina


Mi Descargo
(Sor Juana Inés de la Cruz)

Nada me es extraño.

Habéis hurgado
hasta debajo de mi cofia,
una y otra vez.

He sido “la peor de todas”;
investigada,
emplazada,
atomizada.

Ahora,
cuando mis huesos
son polvo infinito,
eterno,
proseguís indagando
en lo que fui.

Que tuve un romance.
Que fui soberbia.
Cínica.
Escurridiza.

Que cobijé a mis libros
cuales si fueran pobres.
Que no obedecí.

Que insistí en liberar a la mujer
de la ignorancia esclava.
Que humillé con mi mirada
y poesía.

Hasta cuándo seguiréis
ensayando letras y condenas.

Os cuento
(para vuestro entender)
que Él me ha perdonado.

Basta de ignominias
y falacias.

Yo,
únicamente arrodillada
ante el Altísimo,
Juana Inés.


Nota:
Le he dado mi pluma a la voz de Sor Juana. Un alegato personal, en respuesta a tanto señalamiento.





Juan Cruz Ferreyra

Hay una mujer en mí


Hay una mujer en mí que pide a gritos salir
Quisiera que la veas y puedas tu espejo romper
hay un hombre en vos que pide a gritos salir
quisiera verlo y romper mi espejo todo para llegar a vos
quisiera dejar mi película y solo enfrentar tus fantasmas
quisiera llorar con vos lo que no podrá ser ni en sueños
quisiera dejar mi lastre artificial y mis mascaras soltar
quisiera no ser el fuerte y refugiarme en tus brazos cálidos como el
sol de enero
quisiera dejar de ser el que protege y que me ampares de las fieras etiquetas de hoy
quisiera dejar de ser el que seduce y que me enriedes en tus lianas
quisiera cambiar el mundo con peces en tu vientre
quisiera cambiarme de traje y disfrazarme con tu piel
así sentiría tu pesares y soportaría lo que tu sensible corazón soporta hoy
quisiera reconstruirme romper la coraza aceptar lo oscuro
quisiera dejar de ser un gusano con vos
solo así  transitaremos  lo pedregoso del camino del amor
nos volveremos mariposas eternas hoy

      

                                                   
María Emilia Giaileola
Argentina


Así te siento, así te quiero


Relación visceral la que me une
a vos.

A todos tus brazos, tantas de tus manos,
lazos con ataduras imposibles.
Imposibles de controlar,
de callar.
Y de hacer decir.
Estrictos márgenes que si no contienen,
oprimen.
Rasgas mis recuerdos, inmersa en mi conciencia.
Pules con firmeza, sin piedad.
Porque naces de lo más profundo
de donde yo también provengo.
Porque conjugas conmigo los límites
hasta donde se puede ser.
Respondes a mis interrogantes con nuevas preguntas.
¿Dónde sos exactamente?
La savia que nos atraviesa,
la reseña de la historia de la humanidad
donde a veces podemos ser protagonistas.
Ansiedad de escaparte
aún sabiendo que es inútil.
Locura de querer asirte, arañarte,
sujetarte a los clavos que me encallan.
Deseos que no son míos, oscuros.
Que instantáneamente se revuelcan en sí mismos
para convertirse en luz, en ilusión.
Cruda y fría ilusión.
Y por medio de trasnochadas conjeturas
imagino millones de posibilidades
de que, finalmente, un día
te vayas de mí y yo también.

Y así ser ese anhelo.
Y así descubrirnos.
Encontrar bajo las máscaras
y los escombros
sólo a una mujer.
Porque soy simplemente eso.
Y soy sola.



Ana Beatriz Incetta  (Hannabett)
Argentina


Sobre mis cenizas

Hoy soy cronológicamente una piedra, llena de crepúsculos perdidos.
Me  detengo y observo, un cielo cargado de estrellas.
El aire saturado a sándalo y laurel, envuelve mis vestigios.
Las últimas sombras…aquellas, me suicidaron los recuerdos
Que tallados en mi mente estaban
Como un blanco y liso mármol.

Es un tiempo disecado, donde comulgan antiguas discordias
Presagio la dinastía  de mis cercanos mortales
En tropel llegan gladiadores, con sus pectorales plateados,
A librar mil quinientas, dos mil batallas.
Cargan mis héroes en sus manos, cruces, espadas, y yelmos, pavonados
En un gris ensangrentado.

Estoy en el punto exacto, donde se deshacen mis sueños,
Ni la oscura arcilla del alfarero, podrá modelarme un lúcido futuro.
Y es allí, en ese gélido hurguetear, de los paraísos perdidos,
Tú me hablas en diagonal
Cauta advierto tus delirios, que me atraen a un abismo satinado
Trepidante y vulgar, me ríes  con sarcasmo
Puedo disentir y vararme, en tu velamen henchido,
Por la furia de tus vanidades.

Camino  sobre mi sombra….
Con mis sentimientos dormidos.
Mi falta de pecados, mis despedidas inocentes,
Mis leyes secretas, mi oficio desalentador,
Una congregación de dioses, que hoy agonizan,
Sobre el estante de mi vida.
Camino sobre mi sombra…
Llena de llagas, yacen sobre ellas, las escamas enrojecidas.

Por Dios…. estoy perdiendo la vida.




Natalia Iñíguez, Argentina

Las otras


De todas las que soy
una no puede escribir
otra  no sale de los cigarros
de las metáforas sexuales
de  las alusiones constantes al suicidio
una anterior
se gastaba en amores
y en sueños de tiempos futuros
y hay muchas más

Entre todas
discutimos acerca de
la visibilidad del horizonte
en los barrios del conurbano
de la imposibilidad de caminar
con tacos por sus veredas
de la facilidad a la hora
de escribir mentalmente
sin el ruido de los autos
de las ganas de fumar
a la orilla de un lago
lejos no tanto de buenos aires
de dejar de fumar
de tener hijos
de no tenerlos
de cuidar hijos
de criarlo

Deliberamos acerca
de los temas recurrentes
en la poesía de las otras
de si dejar de escribir
sobre el barrio
los bares
el humo y el alcohol

no decidimos nada
no somos nada
unas sin las otras
las que quieren cambiar de temas
las poetas
las que caminan con tacos
las alegres
las poetas
las fumonas
las sucias
las poetas
las borrachas
las putas
las madres
las poetas
las suicidas
las poetas

entonces decidimos
seguir caminando
las cuadras que quedan
hacia casa
taconeando las veredas
llenas de piedras
temiendo dejar medio zapato
en el barrio
pensando en comprar
ropa para tapar los tatuajes
o en dejar de tatuarnos
para no comprar más ropa
o seguir tatuándonos
para dejar más cosas
en el recuerdo
si dejar de laburar
para escribir
o seguir laburando
para quejarnos de algo

pensamos si fue correcto estudiar
tan pronto
o tan tarde
en la vida
si las decisiones que tomamos
fueron las correctas
y si pensar en todo esto
a esta altura no es llamar un poco
a la muerte

pensamos mientras escribimos
mentalmente por la vereda
si lo que escribiremos
en la hoja al llegar
no es más de lo mismo

y sobre todo pensamos
maldita sea
hubiéramos tomado el colectivo
para no pensar en las otras.
                                                                                           



María Susana Jordán

Tiempos


Bajo la blusa
tus senos
de leche azucarada
excitantes, asoman turgentes
Alas de gaviota
tus manos buscan
bajo la luna de noviembre
   
Mientras en las ollas
crepitan las castañas
abriendo su vientre al milagro
de un nacimiento
Pujando, pujando
tu cabeza asoma
sangrando en el dolor
  
Ser medusa en la profundidad
flor mutable en el día
Encanto, centro, mujer
    
Bajo la tierra
las raíces
pugnan por salir
Preludio poético,
asignatura pendiente, mujer
Sonidos repetidos en las hojas que
caen silenciosas del árbol del olvido
   
Mujer, que sonríes sutil
en la calles vencidas de memoria
En el cuenco de tus manos
bebes gozosa su secreta melodía
Sosegadas ondas de armonía palidecen
ante el brillo de una estrella
que despierta
    
Afrodita emerge
Espuma color vino
Vuelvo a ser la que te invita a volar  



Lidia Kelly

Por todas nosotras

El padre le decía que se calle la boca cada vez que quería opinar, y ella sumisa bajaba la vista a sus pequeños pies enfundados en eskipis rosas que odiaba, y callaba.

En su segundo grado de primaria le exigían que se comporte como una señorita en los recreos, nada de correr, o jugar brusco, nada de parecer una marimacha, y ella soportaba estoica los empujones y bravuconadas de los compañeros varones, reteniendo las lágrimas.

En las clases de gimnasia todas debían lucir bonitas, y espigadas, con sus uniformes femeninos  y el cabello sujeto con una incómoda vincha. Los varones por un lado, las niñas por el otro, ellos jugueteando y transpirados, divertidos en sus equipos, ellas lo más discretas posibles para no llamar la atención, comportamiento indigno de una dama.

En la adolescencia debía cuidar el largo de la pollera, el escote y al hermanito, ellos seguían jugando y transpirando en equipo.

-Y debes levantar la mesa, y colgar la ropa y ayudar a tu madre…y ser una buena niña que de grande sino,  no te querrá nadie.-

Se recibió, se casó y tuvo hijos, y cuidó ese padre en sillas de ruedas, el que no la dejaba hablar. Fue sostén de la casa cuando el marido quedó sin trabajo, y cortó madera a hachazos para encender un fuego en invierno  como una marimacha, cuando no hubo dinero para pagar el gas.

Jamás se calló la boca, cuando tuvo que defender su familia, conseguir un alquiler más barato, o conseguir atención médica. A brazo partido enfrentó la vida con todas sus dificultades y pérdidas.
Lloró muchas noches de impotencia y soledad, ante la injusticia de no lograr ese asenso destinado al hombre, de soportar  el acoso de la mirada socarrona masculina, de ser la fuerte entre los débiles.

Y aprendió a jugar en equipo, a transpirar la camiseta y a divertirse sin estar pendiente  de la mirada juzgadora.

Al subirse al tren todos los días no le importó si era gorda o flaca o tenía el cabello perfectamente en orden, solo sabía que debía llegar a su trabajo a tiempo, al colegio del hijo a la salida, y que le sobraran fuerzas para atender su casa a la noche. Con amor lo hizo todo. Ella, el sexo débil.

 Ser mujer sigue siendo un reto, la violencia se esconde en los mandatos, en la economía mundial, en el varón que tenemos al lado; la violencia acecha con palabras y gestos, y hasta con silencios. ("La mujer es el negro del mundo" John Lennon.)

El mandato era otro, su elección fue: su fortaleza, y como ella, miles de mujeres asumieron un doble rol en la vida, mirando hacia adelante, perdonando hacia atrás, comprendiendo que SI hay un rincón en el mundo que  se pueden cambiar y  es ese, ¡ELLA MISMA! ¡POR TODAS NOSOTRAS!   




Stella Maris Leone Geraci

Ella y yo

Yo andaba en el paraíso, sin problemas, desnuda e inmortal, hasta que llegó Ella, Eva y comió la  manzana prohibida, entonces fui expulsada del paraíso, así conocí la mortalidad, en eso de estar en la tierra, pase por varias Ella, fui Judith para salvar a mi pueblo me puse mis  mejores vestidos, me perfume y le corté la cabeza a Holofernes, por un tiempo, fui respetada, pero alguien consideró que debía ser pura, sin pecado concebida y me convertí en María, para ese mismo tiempo fui Magdalena la prostituta y de ahí en más me volví tantas Ella como fueron necesarias, fui Cleopatra me bañe en leche y tuve varios amantes, fui Juana de Arco y me quemaron en la hoguera, fui Reina de Inglaterra, cortesana, perdí la cabeza en la guillotina, a veces fui buena, a veces fui mala.

Fui tantas Ella, que ya no recuerdo quien soy Yo, sé que a veces soy una gran científica, una actriz a la que le piden autógrafos, una presidenta, una primer ministro con el poder de decidir sobre muchos, fui desaparecida para silenciar mi vos, una mujer común que sale todos los días a trabajar; por culpa de Ella ahora nacemos con el pecado original y debemos ser salvadas, de algo que no sé, si es bueno o es malo, nos enseñaron que debemos ser sumisas, cuidar de nuestro hogar y nuestros hijos; como siempre digo, hoy Yo soy una mujer libre, que pasa de ser la diosa, la reina, la abuela, la madre,  la hija, la bruja, la trepadora, la prostituta, no importa cuántos calificativos tenga, según quien me nombre así seré llamada por el resto de la mortalidad.

Solo importa que algunas Ella, son asesinadas, secuestradas, maltratadas y hoy no tenemos una Santa Inquisición que nos juzgue y queme por bruja, hoy el dedo inquisidor de la sociedad todavía se levanta y dice que Yo soy....., lo que nunca entendieron que Ella y Yo somos una, sin el pecado no hubiéramos existido nosotras; puedo ser buena, puedo ser mala, pero siempre soy Ella.




María Fernanda Macimiani, Argentina


Princesa sin corona

Cierro los ojos
y la veo tejiendo
cuentos de barcos
y piratas viejos.

Caricias de abuela
arruguitas de sol
dulce acuarela
en mi corazón.

No olvido los mates
de miel y cedrón
las historias tristes
las novelas de amor.

Fueron sus brazos
mis abrazos
prisioneros de ternura
de nietos sin llanto.

Sus ojos de almendras
regalaron paciencia
calma y recuerdos
de vivida experiencia.

Entre ceibos rojos
y coloridas camelias
sólo la imaginan
una dulce abuela.

Pero fue princesa
de una historia
que no es cuento
de una historia
con lágrimas
pasión y tormentos.

Sus manos bellas
sus cabellos viento
su figura frágil
su sonrisa un sol.

Doncella perfumada
soñadora enamorada
de naranjas su aroma
girasoles su mirada

Jovencito arremangado
laborioso, despeinado
de semillas sus manos
de tierra su pasado.


Alejándose los padres
de la princesa dejaron
la joven al cuidado
de sus tíos en el campo.

Ausencia y malos tratos
marcaron la vida
de la jovencita
que no entendía
el fuego de esos ojos
quemaba y dolía
solo buscaban
la herencia maldita.

Pero el amor destruye
los látigos sangrientos
el dolor de la gente
los prejuicios negros.

La princesa fue raptada
por su príncipe amado
con promesas de otra vida
dulce sueño sin palacio.

Ella dejó atrás
lágrimas y tristezas
ella dejó atrás
puntillas y tormentas.

Y amó a ese príncipe
pobre y valiente
que le dio un hogar
un nido, un presente.

La princesa no sólo tejió
mantas de suave lana
ella tejió una vida
de amores y nostalgias.

Y así vivieron felices
hasta el fin de sus tiempos
abrazando recuerdos
hijos, nietos.
Sin corona
fue Princesa
sin palacio
tuvo un reino
este es el final
de una historia
que no es cuento.






Venus Ixchel Mejía, Honduras


Diosas
Emulando a Ezra Pound


Como diosas
emergen de la sombra
desmantelando
la realidad
ajenas al olvido
diosas
fuertes como gemidos
absolutas
irreales
con sus cuerpos de cisne
como diosas
sirenas de marineros
circes de cerdos
de odiseos
con sus cuerpos de morsa
en celo
diosas
como ecos de narcisos
en un prisma enmudecido
se revelan ante
nuestros ojos
cómplices de la derrota
diosas
de azafrán y tomillo
de copal y candela
fogón encendido
arena
de reló de trigo
diosas
Ixchel de lunas
de canciones de cuna
mar en pleno
naufragio
presagio
de una herida mortal
dichosas
mientras levantan con sus cuerpos
los altares de las deidades
que las han oprimido
diosas
clítoris temerarios de la razón
de la sinrazón
del dolor
parto perenne
sus vidas
multiplicadas
ocultas en el anonimato
del engaño
sus frentes altas
como diosas
nos están mirando
nos siguen iluminando
el porvenir.




Ana María Oddo, Argentina


Frida

  “Esperar, con la angustia guardada,
la columna rota y la inmensa mirada.
Sin andar, en el vasto sendero,
moviendo mi vida cercada de acero”.
Frida Kahlo, La columna rota


¿Cómo fue que tu ojo
se sobrepuso a la negrura
y alumbró
el trayecto de la herida?

Todos los hombres confluyen en uno
pero es mujer quien amamanta
las bocas ansiosas de la vida.

Fue de tu leche que nacieron
todos los niños postergados
dulce pan de los dioses hambrientos.

Fue de tu leche que naciste,
preservada de todo mal,
y diste a luz tu repertorio de Fridas
cada una con su ojo
alumbrando dolor.




Rosalba Pacheco, Argentina

Rutina de violencia


Te arreglas la camisa, te miras al espejo, no dejas detalle librado al azar. Llegas al trabajo, saludas a tu jefe, sonríes a tus compañeros, te gusta ser el centro de atención,  puro carisma. Comienzas la conversación, no escuchas, no sabes estar en ese lugar.

En la casa quedaron tus hijos y su madre, todavía aturdidos, mareados, con una opresión insoportable dentro del pecho.

 Lo mismo de siempre, o no, no importa, solo es la excusa, cualquier motivo sirvió para encender la mecha, para desvirtuarlo todo, para dar paso a la humillación y la calumnia.

Sostuviste tu opinión como verdad, no permitiste emitir otras, dijiste que nada saben, gritaste cuando pretendieron que los escucharas. Te pusiste colorado, hinchada la vena, ¡maldijiste! ¡Maldijiste! Tu impotencia te llevó a destruir objetos, golpear cosas, también seres.

 Eres débil, lo sabías en ese momento, lo sabes, te aterra pensar que lo descubran. Vives disfrazando tus complejos, tu inferioridad consiente.

Aprendiste a no sentir, a no mostrarte, a ocultar tus flaquezas, te convertiste en un rehén de tu propia miseria…

 …y volverás a casa y sostendrás la farsa una y otra vez, te aterra perder el control, que no te obedezcan.

 Y todo volverá a suceder, la rueda seguirá girando, ¡No te bajarás, no te animarás!
 No puedes salirte, te pierdes el mundo, se lo haces perder a ellos.

 No sabes perder, ignoras que solo se sale del círculo perdiendo, que es la forma de recomenzar.
 No te das la oportunidad, no se la das a ellos. ¡No te bajarás, no te animarás!
 Te pierdes la vida, se pierden la vida.

                                                                   



Priscila Peralta, Ecuador

A diferencia de venus, yo tengo la luna


Hoy, mis pies recibieron una cálida invitación para salir a caminar por las calles céntricas de un querido lugar (que cuando quiero puede ser la ciudad misma). Mi ser buscaba una aventura, para recorrer las ferias que se instalan en las calles de alto tráfico verbal o para tambalearse por las veredas mojadas de una taza de café. Quise yo, disponer mi cuerpo para una ocasión así de memorable e irrumpir con voraz sutileza cada poro de mi piel con perfumes y aromas místicos, pero entonces, el viaje hubiera acabado pronto. Así que mi cuerpo y yo nos hemos citado hoy para disfrutar de un frágil momento, frágil por la crueldad del ojo vigía que impide nuestra fiesta nocturna en medio día, frágil porque mis pies deben huir para no tropezar con las torpezas de quien no entiende de versos inhalados, de palabras susurradas entre parpadeos de encubridoras bocas (de mi boca anhelante y de mi boca amante), frágil porque estas citas deben terminar aun antes de que empiecen; más es la fragilidad de las circunstancias la que nos extiende una bella soledad para hacer nuestro este instante.

Mis ojos tiemblan entre imágenes ajenas a lo que es correcto vivir, mis manos se aferran al aire de un vaivén lujurioso y reprochable, mis uñas se conmueven en la ausencia de signos rojos y divertidos lunares que recuerdan haber tejido y cruzado, cuando el viento soplaba en todas direcciones y aceleraba el temblor y las palpitaciones.

Mi boca se abre y rechina, como gran portón por donde entra y sale un ladrón a sus anchas, pronuncia acciones imposibles y húmedas que trascienden con prontitud pues las distracciones ajenas al amor propio invaden con pasos y prisas.

Estos brazos, mis brazos, se fortalecen ante la insistencia de estos fútiles pensamientos, de este placer terco e imaginario que me ha atrapado entre pasamanos y sábanas, entre juegos y duchas largas, en las que mi propia piel ha sido la fruta que he devorado con dulzura y voracidad.

Por hoy la cita se ha consumado. Mi cuerpo y yo estamos inquietos, acelerados… Mis pies se han posado en la fría realidad y ahora, Venus llora conmigo al ver que la Tierra no es más que un lugar donde te dejas mojar por las aguas pero te hundes cuando estas se van.




Graciela Pucheta, Argentina

Alma  de  mujer


Lleva  credos en sus curvas, pasión y rebeldía.
La intuición obra en su ternura.
Cruza caminos, buscando glorias y amor.
Sus regazos poéticos logran sosegar ansias virales.
Sabe curar el hambre más antiguo con pronta percepción y valentía.

Usina pródiga de talentos y esperanzas,
poblada de misterios y fuegos que vencen la cobardía.
Su rush encanta y decanta desvelos en la orilla.
Pinta historias de amor, de loco amor, que desarma y arma,
de amor barroco, dármico, de esos que no quiebra el viento…

No es su ropa, es su ímpetu.
Es su elección, su vida y su camino.
Son sus Derechos sostenidos liberando al destino
Vivos, mutables, dignos Derechos tan presentes proyectados.
Abraza a su mundo y se eleva en sus aciertos.

Senos que prometen dulzuras y conquistan miradas,
memoria, identidad y sustento.
Su silueta encara la vida con esmero, astucia, vehemencia,
Inundando almas, vaciando dolores, perfumando veredas
género,  vocación y un estilo…Mujer…





Jerónimo Rojapiel, Argentina.


La Madre Tierra

... a la sazón de la Trinidad,
desnudo el silencio de tu estar amando;
la precipitación de columnas perennes,
la común unión vertical de los hilos de plata comunicándonos:
crucificados estamos,
despertemos alegremente en la rendición;
porque si del interín de ésta maza,
existen capullos hercúleamente comprensivos,
no debemos desanimarnos de éste flujo y reflujo,
de éste ir y venir de la inferioridad del caos,
al alto orden equilibrado...
sólo pidamos pasión altruista,
si es que tan débil seremos…
… porque la batalla es dada en un campo muy sutil;
atómicamente posible en purgaciones claras y precisas,
donde las llamas ígneas orativas de ciclos lozanos parciales,
con misiones disímiles,
aunque homólogos al contrato nupcial;
pretendidos obligadamente por un derecho regio al Sumo de todas las sumas,
imparcial e inédito;
bañando el océano del tiempo roto,
el desapasionamiento longivo de nuestras asperezas;
brotando recias alquimias...
... como un pez inconsciente en una pecera gigante,
deambulando entre galerías robóticas y Dioses misericordiosos;
un perdón atrás del otro más ecuánime,
restando olvidos
y sumando recuerdos;
multiplicando memorias,
adecuándose a reminiscencias del pasado;
la experiencia no resuelta,
pero atenta a la atrayente aproximación a una salida no especulativa,
otra manifestación de aglomeraciones (una guerra menos);
como las páginas de un nuevo libro,
literatos de compasión...
atiende nuestro llamado ...
Reconquístate;
en la misma sílaba cruel,
tu palabra ya fué dada,
ocultamente desnuda,
aunque no podías sentir paz,
fértil monte de Sion,
ya sabes que estás serena,
y liberada,
la violencia de ellos es nuestro karma.
Transparente situación,
soledad empírica,
la monarquía incongruente de cambios culinarios e históricos;
astrológicamente convencidos,
teorías experimentales del amor Sublime;
atracción del Gran Matrimonio Eterno,
dando sus dádivas sin maldad ni bien,
su penetrante acumulación psíquica,
la luz inhalada por la suspicacia de una aventura magnificada,
dando tributos por partes iguales,
la humanidad en ella.




Liliana Sandoval, Argentina


Celeste está sola


Celeste está sola, mira con sus ojos grandes las luces de la casa de enfrente, de donde vienen la música y muchas risas. No puede dejar de observar por la ventana del comedor.
¡Cómo le gustaría ir a ver a sus hermanos y a sus padres!, pero el marido nunca quiere ir a visitarlos. Pensar que sólo es media hora en colectivo… Tampoco quiere que vengan a verla a ella.

     Celeste primero le mintió a su familia, pero después pensó que no se lo merecían y les dijo la verdad, además el marido ya se lo había advertido: “No me obligues a pegarte, mira que si me ponés nervioso, no respondo de mí, tengo mi carácter, lo sabés”.

     Deja de observar a los vecinos, se sienta y se pone a escribir: “Cómo quisiera estar de nuevo en mi hogar ¡eso es imposible, qué angustia!”. Unas lágrimas gruesas deforman lo escrito. “El día entero me lo paso acá, limpiando y esperándolo con la comida lista, y una comida que le guste o, si no, rompe platos, vasos, tira los cubiertos… y yo, hasta que no termino de ordenar todo y limpiar todo ese desastre, no me puedo acostar. Tengo prohibido llorar. En la cama dependo totalmente de él, de si tiene ganas o no. Cómo voy a sentir placer si estoy tan nerviosa por no disgustarlo. ¿Qué tontería estoy haciendo? Voy a romper este papel porque ¡si lo llega a encontrar…!”



                                                         
Rocío Santa María, Argentina


Mujer damasca


Pendo. Prendo.
De un tallo de cuello largo.

Me amarro. Me hamaco.
Me armo te amo.

Subo. Bajo.
Meneo balanceando.

Cuelgo. Me suspendo.
Por un instante y salgo.

Sufro. Nazco.
Cual fruta cual damasco.

Ruedo .Gateo. Intento.
Me desprendo.

Aúllo .En llanto.
Me desteto me abro paso.

Orillada
Ensangrentada
Me duelo
Me encanta.

Me festejo
Me declaro
“Mujer 
Damasca”.


En tanto .Y carencias.
Padezco florezco.

Nervaduras. Y ausencias. 
Voy siendo completa.


Edredones. Y en aguas.
Aljibes fricciones.

Germino.
Retazos palabras y telas.

Enebro.
Toallitas mareas y tetas.

Sin embargo. Y con todo.

Extraño antaño.

Aromas y adornos.
Tu planeta: Aros.

Hecho. De pecho.
Latidos y leche.

Mermeladas. Pan de horno.
Hornallas calientes.

Tostadas. Caseras.
Historias crujientes.                                                                            




         
Andrea Torchetti, Argentina
                                                                        
Infinita mujer


Sin ALMA...
Bloqueada...
Débil...
Sola...

Un nuevo día te acecha, intentas levantarte.
Creer y confiar.
El mínimo intento por verte feliz lo enfada,

Gritos...
Llantos...
Dolor...
Agonía...

Deseas escapar para que no duela este vació lleno de nada.
No sientes tu  cuerpo,
Tu alma no está,
Sentiste que volabas.
Infinita MUJER, que el puño de un hombre no marque tu piel, no aprisione tu alma,
no mate tu ser.

Renace y muestra al mundo que puedes gritar,
que te atreves a decir y ya no quieres callar.
Que ya no estas adormecida que PUDISTE DESPERTAR.



                                                                                            
Bárbara Villagrán, Argentina


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